Cazadores en la nieve, José Luís Muñoz, XVI Premio de Novela Corta Diputación de Córdoba
Cazadores en la nieve
José Luís Muñoz
Ediciones Varsátil
Esta novela, galardonada con el XVI
Premio de Novela Corta Diputación de Córdoba, es un reflejo de la narrativa de
José Luís Muñoz en la que cabe todo menos la debilidad en el tratamiento de los
protagonistas, quienes tienen, de antemano, un aciago destino escrito en el que
la muerte está agazapada, esperando el momento de saltar sobre su presa.
Cazadores
en la nieve transcurre en el Valle de Arán, el que es algo más que un
escenario narrativo, en esta ocasión, para ser otro protagonista principal de
esta obra, en la que un exterrorista con nombre falso, Marcos Cíaz Inurrategui ,
y un teniente de la Guardia Civil, Antonio Muñiz, tienen una cita mortal, aplazada durante
muchos años, dictada por el deseo de venganza del primero de ellos, dominado
por los recuerdos de la "Rubia", otra terrorista, que fue asesinada
por el oficial de la Benemérita; así como por las torturas que el propio
Marcos, también sufrió a manos del mismo.
Las descripciones del lugar son
minuciosas y van creando el clima de frío helado que envuelve toda la novela,
en la que los personajes hacen sus
tareas cotidianas: cocinan, compran, comen, practican el sexo, encienden la
chimenea, visitan los parajes y, sobre todo, se reúnen en el bar del pueblo,
lugar de reunión y de cotilleo en el que se enteran de las noticias locales y
hacen comentarios sobre las vidas de otros.
El frío que envuelve toda la
narración es también parte fundamental de la temperatura emocional de unos
seres atrapados en sus propias frustraciones, como es el teniente Muñiz, su
esposa Ana, y la relación adúltera que mantiene aquel con una francesa,
Tiphaine, que reside en el pueblo, casada con el guarda forestal de la
localidad.
Aunque el sexo forma parte de la
narración -y de todas las novelas de José Luís Muñoz-, es un sexo descarnado,
duro y frío, en el que no cabe la ternura, los sentimientos entre los amantes,
pues sólo existe el deseo sexual, apremiante del macho que utiliza a la hembra
para saciarse, sin que le importe nada a nivel anímico. Las mujeres, como
sucede en otras obras de este autor, tienen siempre un escaso protagonismo, ocupando
papeles secundarios y poco lucidos, incluso en las escenas de sexo, en las que
intervienen como meros objetos sexuales para dar placer al hombre.
Ese frío ambiental e interior de los habitantes de esta novela,
no consiguen calentarlo los recuerdos amargos del exterrorista que han ido
conformando esa carga de rencor y deseo
de venganza que le domina. El bello paisaje montañoso y el frío gélido,
atmosférico y emocional, crean un escenario físico y anímico desolador, en el
que el lector se sentirá atrapado como si estuviera leyendo en el interior de
un frigorífico.
El lector irá sabiendo de las
acciones y pensamientos de los protagonistas, a través de los diálogos cortos,
directos y duros, en ocasiones, que van dibujando el mapa emocional de los
personajes, siempre bajo cero, en el que
viven los hombres y mujeres que han creado su mundo psíquico y afectivo influenciados por las bajas temperaturas
exteriores, por la soledad y el aislamiento al que han ido a refugiar, en
aquellos parajes solitarios, la frustración que arrastran desde sus pasados, en
sus vidas desnortadas.
Esta novela tiene todos los
ingredientes necesarios de una obra del género negro, o policíaco como se le
llamaba antes, pues en ella existen los muertos a manos de los terroristas y los que causó la Guardia Civil que luchaban
denodadamente contra ETA para defender a una sociedad amenazada por ella; personajes
que representan oficialmente la ley y el
orden, como es el teniente Muñiz, y los que han matado en aras de una idea
política como es Aítor Abasolo, el verdadero nombre del forastero. También, aparecen
otros elementos del género negro como es una investigación policial tangencial por
la aparición de unos huesos humanos. Pero, sobre todo, hay dos hombres que
representan la violencia, la dureza y la sangre fria, pero que tienen en común
el deseo de acabar con el pasado, con los recuerdos, con la memoria de unos
actos que intentan justificar ante sí mismos y comenzar una nueva vida.
El final, sorprendente, deja al
lector estupefacto, pero este final resume la idea que, implícitamente,
defiende el autor a lo largo de la obra: todos son iguales, no existe
diferencia entre el terrorista que mata a inocentes como el Guardia Civil que
mata a asesinos. Aunque la Naturaleza, en su magnificencia, muestra que todos
los hombres son igualmente de insignificantes ante ella, aunque las diferencias
morales y áticas no se miden por el tamaño físico.
La ideología de cada uno marca las
fronteras, las que separan la vida y la muerte, la justificación del mal, del
asesinato como forma de extorsión a un Estado y a una sociedad, y la defensa de
esa sociedad que se ve agredida y amenazada por quienes no les dan valor a la
vida humana, a no ser como moneda de cambio para conseguir, a través de la
extorsión, un fin político o de cualquier otra índole.
Cazadores
en la nieve, es una novela amena en su lectura, corta en extensión, pero
larga en intención. Mucho más larga de lo que abarcan sus 206 páginas, pero mucho
más corta de lo que su trama podría dar de sí.
No defraudará, sin duda, a los
amantes del género negro que, en esta ocasión, es un género teñido de blanco
por la nieve que cae constantemente en la narración y en el Valle de Arán.
Aconsejable leer en el verano.